El trading de alta frecuencia es tan denostado como imprescindible en los mercados modernos. Hay que asumirlo, entenderlo y tratar de ponerlo de tu lado. ¿Lo intentas?

Que nadie se crea que me he vuelto loco. No me he lanzado al trading de alta frecuencia. Y no es por falta de ganas. Es por falta de recursos. Con mis 600 megas y a 6116 kilómetros de Carteret y a 6077 de Mahwah tengo poco que hacer.


Tres preguntas para empezar

¿Mahwah, Carteret? ¿Qué es eso? Comencemos por el principio, que este es más necesario que nunca. Lo dejé esbozado en las páginas 33 y 34 de «Fundamentos de Market Timing para invertir en Bolsa». Sólo esbozado. Ahora es el momento de profundizar en el asunto.

¿Por qué ahora? Porque la semana pasada dije que proceso datos procedentes de las Dark Pools americanas y el asunto ha despertado interés. Yo diría incluso que expectación.

¿Qué tienen que ver las Dark Pools y el trading de alta frecuencia? Pues en teoría, poco; pero en la práctica, mucho. Eso es al menos lo que piensa gente seria como SqueezeMetrics. Recomiendo a quien sea capaz de leer en inglés que, aparte de mis modestas explicaciones, trate de entender este documento. De verdad que no tiene desperdicio.


¿Dónde están de verdad los mercados?

Cuando uno visita Nueva York y le gusta la Bolsa, puede que intente visitar la sede de la Bolsa de Nueva York, en Wall Street. Es el edificio emblemático. Con la bandera americana en el exterior y la escultura del famoso toro en las cercanías.

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Bolsa de Nueva York

Yo tuve la suerte de ver un rato de una sesión de Bolsa. Es algo que se ve cada vez menos. Se sigue negociando en el parqué. En el Nyse existe el denominado «floor». Es el parqué de toda la vida y sigue habiendo actividad en él. También ocurre en Chicago, en el mercado de futuros.

Pero ni en el Nyse ni en Chicago se negocia más de una décima parte del total en la «sede». Las transacciones electrónicas se llevan la palma. En el Nasdaq, la supuesta sede de Times Square no es más que un anuncio.

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Nasdaq en Times Square

¿Dónde están de verdad los mercados? ¿Dónde se casan las operaciones electrónicas? En el caso del Nyse en 1700 MacArthur Blvd, Mahwah, NJ 07430, United States. Es un dato público, que conste. Como lo es el del Nasdaq: 1400 Federal Blvd, Carteret, NJ 07008, United States.

Gigantescas instalaciones repletas de cables, routers, servidores, pantallas… No trabaja en ellas un sólo broker. Sólo especialistas en redes, informática y comunicaciones. Las Bolsas son a día de hoy inmensos centros de proceso de datos. Sólo eso.

Que nadie se llame a engaño. En el edificio de la Bolsa de Madrid no queda ni un operador. Se utiliza para actos, a menudo de empresas que alquilan las instalaciones. Y, eso sí, se mantiene el parqué con las pantallas gigantescas para que las televisiones tengan una apariencia bursátil para sus crónicas. Un decorado…


La evolución de los creadores de mercado

Los mercados han cambiado de forma radical. ¿Y los creadores de mercado? Un creador de mercado, o «market maker» en el argot bursátil, es (o era) alguien que, obligado por contrato, tiene que dar liquidez al mercado. Vale, como definición está estupendo, pero ¿qué es eso en la práctica?

Muy sencillo. A cambio de unas cantidades establecidas, compran o venden un determinado activo cuando en el mercado normal no es posible casar las operaciones.

Imaginemos momentos de pánico vendedor. Los creadores de mercado tienen obligación de comprar. ¿Por qué? Porque sólo se compra un activo cuando hay confianza en que se va a poder vender cuando se necesite. Si pones una orden de venta de un chicharro y tardan tres días en hacerte la operación, no vuelves a comprar el chicharro.


Liquidez ilimitada para atajar el crash de 1987

Llevemos esta teoría al extremo. Es famosa la conversación que un Alan Greenspan recién llegado a la Reserva Federal mantuvo con el jefe de la Fed de Nueva York tras el crash de 1987. Acordaron que la única estrategia posible pasa salvar la situación era ofrecer liquidez ilimitada a los creadores de mercado. Lo cuenta el propio Greenspan en «La era de las turbulencias».

En ese caso eran los bancos, y la Fed de Nueva York ejecutó la operación de forma admirable. De hecho, el mercado no se colapsó. Siempre que alguien quiso vender, pudo hacerlo. Fue la gran diferencia con 1929, cuando la gente se quedó con papel en las manos que no valía nada.

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Una vez parada la sangría, los creadores de mercado se encontraron con muchas acciones en sus manos y, al poco, comenzaron a subir. Hicieron un buen negocio comprando barato y vendiendo caro semanas después. Y para el mercado, que los gigantes acumulen títulos es una garantía de que la Bolsa volverá a subir.


Objetivo: intermediación

Desde 1987 aumentó el interés por convertirse en creadores de mercado. En la diferencia entre el precio de compra y el de venta había mucho margen para el negocio. Y más aún cuando por entonces el spread era de un octavo de dólar. Es decir, el movimiento mínimo de un valor era de 12,5 centavos de dólar.

La lógica del negocio empezó a cambiar, Ya no trataba de actuar en momentos puntuales, sino de hacerlo lo más posible. Se pasó de una labor de especialista a una de intermediario. Lo que comenzó a ser fundamental en este negocio era hacer el mayor número de operaciones posibles. Y cuanto más rápido mejor.

Pero lo que fue decisivo fue la «decimalización» del mercado. En 1997, el spread de los precios pasó a 6,25 centavos y en 2002 pasó al céntimo actual. Los márgenes se estrecharon al máximo y la respuesta de estos especialistas fue aumentar su velocidad. Había nacido el trading de alta frecuencia.


Cuando la velocidad es estratégica

El mercado se convirtió desde ese momento en una lucha. Todos pensamos que ponemos una orden de compra en el mercado y que esta se casa con otra de venta que haya llegado. Pero no es así. De hecho, si fuera así, podrías pasarte tiempo sin casar la orden. Alguien se queda con tus acciones, aunque sea provisionalmente, y se las coloca a otro inversor cuando llegue el momento.

Michael Lewis cuenta en Flash Boys cómo se desarrolla la lucha entre los creadores de mercado. Todos quieren ser el primero en ver tu orden para captarla. Y en ver todas las demás órdenes para intentar casarla. De ahí la importancia que cobra la velocidad de acceso al mercado. Es la razón de ser del trading de alta frecuencia.

Todo ha derivado en velocidad. Es necesaria para captar el máximo de operaciones y casarlas. El margen es tan estrecho que hay que hacer muchas operaciones. Cuantas más, mejor. Y hacen millones al día. En teoría, no tienen preferencias. No están del lado comprador ni del vendedor. Ni les gusta más un activo que otro, aunque se hayan terminado por especializar. Son neutrales porque su negocio está en intermediar. Nada más que en eso.

Han llegado a tal nivel de perfección que pasan años sin un día de pérdidas en el mercado. Velocidad y programación. Los ojos ni lo ven. Los ordenadores sí. Eso sí, cualquier mínimo fallo en el algoritmo es capaz de causar un «flash crash». Vivimos uno de esos episodios de cuando en cuando. Y volvemos a desdeñar el trading de alta frecuencia


Trasladando el sistema de las Dark Pools

Una Dark Pool es un mercado privado en el que los operadores intentan realizar las operaciones de sus mejores clientes. ¿Por qué? Cuentan que para salvaguardar sus intereses y cuentan una historia como esta:

Imaginemos que un cliente de Goldman Sachs quiere vender un millón de acciones de una empresa. Poner esa orden en el mercado va a suponer de inmediato una caída del precio. Eso no es lo que quiere el cliente. Y, por supuesto, Goldman va a velar por sus intereses. No quiere clientes de un millón de títulos enfadados.

La dinámica es sencilla. Sabe que se negocian una media de diez millones de títulos de media diaria de ese valor. Por tanto, puede reunir el millón que necesita por el método de ir abriendo cortos en cada orden de compra. Sólo necesita cuidar que el precio medio de toda la recolección le compense con el precio de venta del cliente. Por tanto, pone la máquina de trading de alta frecuencia a trabajar para los intereses de un cliente. Como vemos, la teoría de la neutralidad puede no ser todo lo exacta que pregonan.

Una vez tiene las acciones compradas, las lleva a su Dark Pool y casa la orden de su cliente. Lo da todo de alta en el mercado y con ella cierra los cortos que abrió en la recolección. La dinámica lleva a que se han abierto muchos cortos para casar muchas operaciones largas.


Cortos que dan pistas sobre compras

Los gigantescos niveles de operaciones cortas es lo que preocupaba a SqueezeMetrics cuando comenzó sus investigaciones sobre el trading de alta frecuencia. Ahora defiende que esos cortos son en realidad el reflejo de una presión compradora en el mercado.

Los creadores de mercado abren cortos por cada operación de compra. El objetivo es llegar a casarlos con operaciones de venta que vayan apareciendo.

Ojo, en cualquier mercado. La mayoría piensa que en Estados Unidos hay dos mercados, el Nyse y el Nasdaq. Los más avezados hablarán también del OTC, incluso del Amex. La realidad nos dice que son 13 sólo para acciones. Y en todos ellos se puede cerrar o abrir una transacción.

Por eso no puedo hacer trading de alta frecuencia. No tengo trece ojos, ni un cañón de fibra óptica, ni un ordenador capaz de responder en milisegundos a algo que ni siquiera he sido capaz de ver con mis ojos…

A lo que íbamos. Un mercado en el que entran muchas órdenes de compra es un mercado alcista. Está claro. Pero si nos atenemos al resultado del balance de operaciones diarias, eso supondrá abrir muchos cortos. La dinámica del trading de alta frecuencia para intermediar produce este fenómeno. Y es el que rastrea a diario SqueezeMetrics.


El problema de los datos

El gran problema de toda esta historia es que no todas las operaciones dejan rastro. De lo que no cabe duda es de que todas las operaciones se cierran y todas dejan su comisión al intermediario. De hecho, el trading de alta frecuencia es extraordinariamente rentable. Y lo es a pesar de las inversiones que hay que realizar para estar en ese negocio.

Unas veces porque los propios mercados no logran procesar órdenes casadas en millonésimas de segundo. Y otras porque el trading de alta frecuencia ha logrado no dejar rastro, se calcula que sólo se declara más o menos la tercera parte del negocio real que existe.

Vamos, que todo es poco fiable en torno al trading de alta frecuencia.

No es esa la idea de SqueezeMetrics. Mantienen que las Dark Pools sí ofrecen datos veraces. Tienen que declarar todo lo que hacen a diario a la Finra por obligación legal. Y el trading de alta frecuencia en las Dark Pools suponen que es una aproximación muy fiable al total. Es sólo una parte del negocio, pero sus datos y resultados son extrapolables.


Un negocio de mano fuerte

Pero hay algo más. Está claro que en las Dark Pools no operan los pelagatos como usted y como yo. Es posible que nuestras órdenes terminen en una de ellas, pero por accidente. Por lo general, ahí se ventilan los intereses de los grandes actores del negocio. De esos clientes a los que el banco o el broker de turno quiere tener contentos.

Por tanto, estamos ante otra manifestación de la actividad y las intenciones de la mano fuerte. El dinero inteligente opera en las Dark Pools. Es un lugar diseñado para ellos. Cualquier dato que logremos extraer de ahí supondrá un añadido al rastreo de la actividad de la mano fuerte.

Es curioso que, finalmente, podamos poner al trading de alta frecuencia de nuestro lado. En lugar de lamentarnos porque no sabemos qué pasa ahí o por los supuestos privilegios de los que gozan, pensemos en positivo. Podemos monitorizar su actividad y actuar en consecuencia. ¿Cómo?


El Dix y el Gex

De las investigaciones de SqueezeMetrics han nacido dos indicadores específicos, el Dix y el Gex. Sirven para monitorizar el comportamiento de las órdenes cortas en las Dark Pools, lo que nos da una idea del sentimiento alcista del mercado real.

Ya sabemos, cuantos más cortos, más presión al alza en el mercado real. Y cuantos más largos, más presión bajista. Digamos que cuando el mercado cae, los creadores de mercado, convertidos al trading de alta frecuencia, vuelven a su función original. Y mientras eso no ocurre, cuantos más cortos abran, más alcista será el mercado.

He estudiado los datos del Dix y el Gex detenidamente en el último año. Son una herramienta importante, pero compleja. Pero son la vía para conseguir que nuestro análisis incorpore los indicios obtenidos en el trading de alta frecuencia.

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Particularmente, me gusta más el Gex aunque el Dix sea el que ha hecho más fama. Me parece más «visible». Dicho en términos un poco relajados, más visible a simple vista. Cuando en un máximo del S&P 500 no hay un máximo del Gex, mala cosa.

En el caso del gráfico se trata de un derivado del Gex que he creado para «estabilizarlo» en lo posible con la aplicación de una media. Tengo más vías de investigación abiertas. Pero hasta el momento ésta es la que me ha resultado más clara de seguir y comprender.

Prometo que si voy obteniendo más resultados, volveré para contarlos.

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